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Las mascarillas caseras para rostro y cuello son nuestras aliadas a la hora de mantener nuestra piel en un estado óptimo por ser eficaces, económicas y accesibles.
Existen diferentes mascarillas según el tipo de nuestra piel y según lo que queramos conseguir: para pieles secas, grasas, con tendencia al acné, con manchas, para prevenir las arrugas, etc.
Y además existen infinidad de ingredientes a nuestro alcance para preparar estas máscaras faciales: miel, yogur, leche, huevos, aceites, frutas, plantas, arcillas... y la mayoría se encuentran en nuestra cocina.
Para preparar un mascarilla hay que tener en cuenta:
- Elegir la mascarilla según nuestro tipo de cutis.
- Preparar la mezcla en un recipiente no metálico, ya que algunos ingredientes pueden reaccionar al contacto del metal y perder propiedades.
- Calentar ligeramente la mascarilla al baño María para que tenga una temperatura parecida a la de nuestra piel.
- Limpiar el rostro con un jabón suave y secar antes de aplicar la mascarilla, ya que así la piel será más receptiva al tratamiento.
- Algunos ingredientes, por muy naturales que sean, pueden provocar reacciones alérgicas. Si sospechas que puedes ser alérgica o tienes piel sensible siempre es mejor hacer una prueba con una pequeña cantidad de mascarilla detrás de la oreja para ver cómo reaccionará tu piel.
- Extender una capa de mascarilla evitando el contorno de los ojos y los labios.
- Mientras esperas que actúe (hasta que se seque o según el tiempo de cada mascarilla), túmbate y escucha alguna música relajante.
- Para quitarla puedes usar esponjas o una toalla mojadas en agua caliente con manzanilla, tomillo, té verde o salvia. Y termina con una toalla mojada en agua fría, déjala sobre el rostro unos segundos.
- Aplícate tónico adecuado para tu piel con pequeños toques (nunca arrastrando).
-Y por último usa tu hidratante habitual. Después de la mascarilla yo siempre me pongo aceite de argán que para mí es lo mejor para la piel.
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